⚖️ Cuando la justicia tiene rostro

Hace unos días, compartiendo con los jóvenes de mi iglesia, hablé sobre las bienaventuranzas, especialmente sobre el concepto de justicia. Y sobre como la definición normal de justicia, es dar a cada uno lo que merece, ¿estás de acuerdo con esta definición?
Ahora bien, la conversación cambia completamente cuando vemos en la Palabra de Dios que la definición de justicia, no es un concepto, sino una persona, Cristo es la justicia de Dios. De repente nuestra definición tiene que cambiar, porque ya no podemos decir que Jesús recibió justicia, ¿cierto? Ya no podemos asegurar ni siquiera que nosotros recibimos lo que merecemos, o sea justicia.
Cuando vemos la justicia de Dios en la persona de Jesús, lo que vemos es a Jesús recibiendo el castigo que nosotros merecíamos, y esto lo cambia todo. Porque cuando lo llevamos a nuestra vida, y esto hablaba con los jóvenes, seguramente todos nosotros podemos pensar rápidamente en una o más de una persona que nos ha hecho daño. Y si nosotros queremos justicia en nuestra situación, lo que pensamos es: ¡Que reciba lo que merece por hacernos daño!
Sin embargo, cuando lo vemos a la luz de la definición de Jesús, pedir que la persona que nos hizo daño reciba justicia, sería lo mismo que pedirle que esta persona reciba gracia, misericordia y amor. Uff, ante esta realidad, ¿cuántos de nosotros queremos justicia para los que nos han hecho daño?
Llegamos al último día de esta serie y la forma como esta hermosa adoración a la supremacía de Cristo termina es verdaderamente maravillosa.
Dice Colosenses 1:20; “Hizo la paz con todo lo que existe en el cielo y en la tierra, por medio de la sangre de Cristo en la cruz”.
Me encanta porque la realidad es que la justicia del mundo, muchas veces lo único que provoca es más dolor, o ciclos interminables de venganza y violencia, como lo era el lema del Antiguo Testamento; ojo por ojo y diente por diente. La realidad es que esta forma de vivir no termina bien.
Sin embargo, vivir la justicia de Dios, termina en paz. Pero esta no es una paz que viene sin costo, esta paz tuvo un alto precio, la sangre de Jesús. Amigo/a, la próxima vez que pienses que alguien debe recibir justicia, recuerda que Cristo no recibió justicia, sino castigo; para que tú y yo no recibiéramos castigo, sino gracia. Esta es la belleza del evangelio, Cristo es nuestra paz.
Bendiciones al vivir esta paz.

