🏜️ Cuando Dios te lleva al desierto
Qué alegría comenzar una nueva semana contigo. Hoy por la mañana terminé el último capítulo del libro de Éxodo en mi plan de lectura, y estos días quiero compartir contigo algunas lecciones que Dios me ha estado mostrando sobre un tema muy especial.
Mientras leía, hubo una frase en el capítulo 13 que me detuvo por un buen rato. Fue justamente eso lo que me llevó a escribir esta serie devocional.Dice así: “Por eso les hizo dar un rodeo por el camino del desierto, en dirección al mar Rojo.” (Éxodo 13:18, NVI)
Esa pequeña expresión: “el camino del desierto” me impactó profundamente.La realidad es que Dios fue quien los llevó por allí.¿No es sorprendente?
En la Biblia, el desierto tiene un simbolismo precioso. No se trata solo de un lugar seco y vacío; suele representar soledad, prueba y preparación. Es el espacio donde las personas se enfrentan a sí mismas, a sus dudas y a Dios.
Moisés, el pueblo de Israel, Elías y aun Jesús pasaron por ese camino del desierto. No fue casualidad. Fue un tiempo dirigido por Dios para formarlos, fortalecerlos y prepararlos para lo que venía.
Y estoy casi seguro de que tú también has experimentado tu propio “desierto”… yo también.
En mi caminar con Cristo, he pasado por varias temporadas así, y aunque no son fáciles, siempre se convierten en lugares donde Dios obra de una manera especial.Lejos de ser un castigo, el desierto es uno de los escenarios favoritos de Dios.
Allí revela Su amor, transforma nuestros corazones y nos prepara para lo que viene.Cuando el ruido baja y las distracciones se silencian, Su voz se vuelve más clara que nunca.Míralo:
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En el desierto, Israel aprendió a depender de Dios cada día.
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Allí, Moisés descubrió su llamado.
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Elías recuperó fuerzas para continuar.
Y Jesús inició Su ministerio lleno del poder del Espíritu Santo.Amigo/a, en estos días quiero mostrarte que el desierto no es un lugar para morir, sino para encontrarte con Dios, ser transformado y caminar hacia tu promesa.¿Estás listo/a para comenzar este viaje?