Amigo/a, ¿conoces tu nombre celestial?
¿Te gusta tu nombre? A mí el mío me encanta, “Christian”, porque revela lo que soy en verdad: un seguidor de Jesús =)
Los nombres tienen mucha importancia en la Biblia. Tal es así que Dios, a lo largo de la historia, cambió el nombre a varios personajes bíblicos para que su identidad pudiese amoldarse al llamado y a las promesas que Él tenía preparadas para su vida.
Ese fue el caso de Abram, a quien Dios llamó “Abraham”, que en hebreo significa “padre de multitudes”. A pesar de su avanzada edad y de no tener hijos, su nuevo nombre reflejaba la promesa de Dios para su vida, así como su nueva identidad. Sí, Abraham se convirtió en padre de millones de personas.
¿Sabías que, cuando estés en el Cielo, Dios te dará un nombre nuevo? Eso es lo que dice Jesús: “Al que venciere, daré a comer del maná escondido, y le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita escrito un nombre nuevo, el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe” (Apocalipsis 2:17). ¡Tengo muchas ganas de saber cómo me llamará Dios cuando esté allí! ¿Y tú? =)
Amigo/a, Dios te ha dado una nueva identidad: la de hijo(a) de Dios. No dejes que el enemigo te recuerde quién solías ser. No eres un miserable “pecador arrepentido”, que arrastra el peso de su pasado. ¡No! La Biblia dice: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2 Corintios 5:17).
Eres una nueva persona, y Dios tiene un futuro glorioso para ti. Por tanto, sacude de tu mente todas las mentiras y acusaciones del enemigo, ¡y brilla con la luz de Dios!