🍚 ¿Conoces el experimento del arroz?

En un colegio hicieron un experimento curioso. Colocaron arroz cocido en dos frascos distintos, y durante dos semanas, los alumnos tenían que hablarles: a uno le decían palabras feas, negativas y agresivas; al otro, palabras dulces, amables y positivas.
¿El resultado? Cuando abrieron los frascos, el arroz que recibió palabras feas, estaba completamente negro y en descomposición. En cambio, el arroz que había sido tratado con palabras bonitas seguía en buen estado, incluso mejor que al inicio.
Este experimento ilustra una verdad profunda: las palabras que hablamos tienen poder. No solo tienen influencia en lo que nos rodea, también tienen un impacto en nosotros mismos.
Cuando decimos cosas como: “no sirvo para nada”, “soy un fracaso” o “nunca voy a sanar”, poco a poco empezamos a creerlo. Y sin darnos cuenta, abrimos la puerta para que esas mentiras tomen lugar en nuestra vida.
La Biblia lo dice claramente: “La muerte y la vida están en poder de la lengua, y el que la ama comerá de sus frutos.” Proverbios 18:21 (RVR1960)
Esto significa que nuestras palabras generan consecuencias. Lo que decimos puede construir o destruir, bendecir o maldecir, levantar o derribar. Y tarde o temprano, vamos a “comer de los frutos” de aquello que hemos declarado muchas veces sin pensarlo.
Amigo/a, elige hoy hablar con fe, con amor y con verdad. Llena tu boca de esperanza, y verás cómo tu vida, y la de quienes te rodean empieza a reflejar esos frutos de paz, vida y bendición.
Te llevo en mi corazón y en mis oraciones.

