Amigo/a, 🚪¡Cierra la puerta!
Continuamos escudriñando este pasaje tan precioso, que hoy nos dice: "Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta…" (Mateo 6:6).
¿Alguna vez te ha pasado que pensabas estar a solas, y de repente alguien te ha sorprendido? A mí sí xD De hecho, varias veces me ha pasado de estar escuchando música con los auriculares, dejándome llevar en alabanza en uno de esos momentos “on fire”, y de repente sentir una mano detrás.
Tras el susto inicial de no saber si lo que te ha tocado es un ángel o algo sobrenatural, descubres que es sencillamente alguien de tu familia, que está tratando de llamar tu atención con una sonrisa en sus labios y mirada burlesca, mientras intentas recomponerte xD
Sí, puedes estar en tu casa, y puedes estar en tu habitación, pero si hay más gente viviendo contigo necesitas un nivel más de privacidad: el de cerrar tu puerta. De hecho, si te ha pasado lo que te contaba antes, probablemente te plantearás muy seriamente poner un cerrojo a esa puerta =)
Es por eso que Jesús especifica lo de cerrar la puerta: porque para poder conectarnos con Dios, necesitamos estar verdaderamente centrados en Él. Es muy importante que seamos intencionales en tener toda nuestra atención puesta en Él.
Esta puerta, de hecho, no es solo una puerta física de madera. De hecho, es una puerta a las distracciones, por lo que puede adoptar diferentes formas.
En mi caso, cerrar la puerta quiere decir muchas veces poner mi teléfono en modo “No molestar”, o ponerme los cascos para poder aislarme de lo que me rodea y centrarme así más en Dios.
Durante muchos años, mis pequeños auriculares con cable de mala calidad me han servido para poder escuchar música de adoración mientras viajaba en el transporte público. Gracias a ellos he podido tener encuentros preciosos con Dios, incluso en esas ocasiones en las que estábamos todos apretujados en el vagón como sardinas en lata 😅
Amigo/a, ¡encuéntrate con Dios ahora mismo a través de la oración! Muchas veces lo único que necesitamos hacer es eliminar las distracciones, cerrar los ojos para entrar en la habitación del Espíritu, y tener algo en los oídos que nos aisle de lo que nos rodea.
¡Sí, cierra la puerta a lo que te rodea, y abre tu corazón a Dios!