Amigo/a, casa de honra... 🏠 🙌🏻
En la misma línea de lo que veíamos ayer, otro de los grandes enemigos de la honra es la familiaridad.
No sé si habrás escuchado esta expresión, pero en España la solemos decir: “Donde hay confianza, da asco”. ¡Y en ocasiones es verdad! =) Esa familiaridad puede llevarnos a estar tan acostumbrados a las personas que nos rodean, que podemos dejar de valorarlas, llegando incluso a perderles el respeto en el día a día.
Esto desgraciadamente ocurre en cualquier contexto, pero es típico verlo en matrimonios, con la familia o en las amistades, y tiene consecuencias nefastas para las relaciones. Cualquier relación se fundamenta en el respeto y en la honra, porque estos son consecuencias del amor, y cuando jugamos con estos elementos los resultados son horribles. En mi propia vida he podido experimentar en muchas ocasiones el daño que esa familiaridad puede llegar a hacer.
Me llama la atención cómo la familiaridad de los habitantes de Nazaret hacia Jesús no le permitió hacer ningún milagro considerable en esa ciudad. ¡La falta de respeto hacia Él impidió que las personas recibiesen la bendición que Dios tenía preparada para ellas! Jesús mismo estaba tan asombrado que llegó a decirles: “En todas partes se honra a un profeta, menos en su tierra, entre sus familiares y en su propia casa” (Marcos 6:4, NVI).
¡Qué lástima que a veces nuestras casas sean lugares de deshonra y de desánimo! Cuando tratamos a otras personas con esa familiaridad mal entendida, no solo las dañamos a ellas, sino que además nos dañamos a nosotros mismos, y cerramos la puerta a la bendición de Dios.
No, esto no debería ser así. Es por ello que la Biblia nos recuerda en varias ocasiones que tenemos que honrar a nuestros padres (Efesios 6:2) y a nuestras esposas (1 Pedro 3:7), entre otros. ¡La honra y el honor abren las puertas a relaciones sanas, fuertes y llenas de bendición!
Amigo/a, ¡haz que tu casa se convierta en un lugar de honra! Tú puedes ser el primero/la primera en empezar a tratar de ahora en adelante con honra y amor a todos tus familiares y amigos. Sé un ejemplo que los demás puedan seguir, y deja que Dios haga milagros en medio de ti a través de esa actitud preciosa.