Amigo/a, ¡avívalos!
Dios te ha creado con un propósito. ¿Lo crees?
Él te ha diseñado desde antes de la Eternidad. Te conocía antes de que estuvieses en el vientre de tu madre, y se regocijaba al pensar en ti. Él te ha creado porque te ama, y quiere que estés con Él por la eternidad; pero también te ha creado para manifestar toda Su bondad a través de ti en este mundo.
Es por eso que te ha dado dones, y ha puesto en ti un fuego que acompaña a esos dones. Como dice la Biblia: "Por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti por la imposición de mis manos” (2 Timoteo 1:6). Quizá no tienes muy claros cuáles son tus dones, pero hay una cosa que es segura: cuánto más te acercas a Dios, más fuego sientes en tu corazón, y más deseo tienes de servirle.
De nuevo, fíjate que no estoy tan centrado en cuáles son tus dones. Puede que conozcas cuáles son tus dones y que operes en ellos de manera regular en el día a día, pero lo que marca aquí la diferencia es de nuevo el fuego: ¡cuando el fuego de Dios te mueve a usar tus dones, es cuando Su luz brilla radiante a través de ti! Sí, Dios te llama a avivar el fuego en tu vida, Amigo/a.
Vamos a orar: “Señor, te doy gracias por Tu amor, y porque nos has creado con un propósito eterno de estar contigo y de traer Tu Reino a este mundo. Te pido que nos ayudes a discernir mejor nuestros dones y a servirte en todas las áreas de nuestra vida. Pero sobre todo, ayúdanos a avivar tu fuego en nosotros, a mantenerlo siempre ardiendo, y a estar siempre apasionados por Ti. ¡Gracias por todo, Señor! En el Nombre de Jesús. ¡Amén!”