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Fecha de publicación 13 de jun. de 2025

🤕 Aunque duela

Fecha de publicación 13 de jun. de 2025

¿Alguna vez te pasó que alguien muy cercano como un amigo, un familiar, alguien en quien confiabas habló mal de ti a tus espaldas? La herida duele más cuando viene de alguien a quien quieres.

Lo primero que solemos sentir es: enojo, decepción, o incluso el deseo de cortar toda relación.

A mí me ha pasado más de una vez. Personas muy cercanas me hirieron profundamente, y lo más fácil hubiera sido alejarme sin mirar atrás. Pero si decimos que tenemos fe, esa fe tiene que notarse en lo que elegimos hacer. Porque, al final, ¿de qué sirve una fe que no se traduce en decisiones reales, visibles y valientes?

Amigo/a, cuando eliges perdonar, ser humilde, hacer el bien, aunque no sientas ganas, aunque la otra persona no se lo merezca, aunque duela, estás reflejando lo que crees.

Su palabra nos dice en Santiago 2:21-22 (RVR 1960): “¿No fue justificado por las obras Abraham nuestro padre, cuando ofreció a su hijo Isaac sobre el altar? ¿No ves que la fe actuó juntamente con sus obras, y que la fe se perfeccionó por las obras?”

Santiago nos recuerda la historia de Abraham. Dios le pidió algo impensado: entregar a su hijo, lo que más amaba. Abraham no entendía el propósito, pero obedeció. ¿Por qué? Porque confiaba y amaba a Dios. Su fe no se quedó en palabras; se manifestó en una acción concreta.

Abraham, que fue justificado no solo por creer, sino por actuar según esa fe.

Amigo/a, a veces esperamos sentirnos seguros antes de obedecer, pero la fe verdadera primero camina. ¿Y sabes qué ocurre cuando damos ese paso? Dios se manifiesta. No siempre de la manera que imaginas, pero sí de la manera que necesitas.

La fe que agrada a Dios es la que se traduce en obediencia, aunque cueste.

No lo olvides nunca: ¡Eres un Milagro!

Lorena Fitzgerald
Author

Formo parte del Ministerio de la Mujer de mi iglesia y hago coaching con mujeres. Disfruto compartir y ayudar a otros en su viaje espiritual.