Amigo/a, 🤲🏻 Aprópiate de las Promesas de Dios
Estamos analizando las claves que el Salmo 1 nos da para tener una vida fructífera y próspera, y por el momento hemos visto ya dos claves tremendamente importantes:
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Primero, tenemos que apartarnos de todo tipo de malos consejos, pecados, y críticas, así como limitar nuestra relación con los que practican estas cosas
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Y segundo, tenemos que empezar a deleitarnos en Dios y en Su perfecta voluntad para nuestra vida
Hoy vamos a ver la tercera y última clave que nos da este pasaje para entrar en la bendición de Dios. El pasaje continúa diciendo: “y en su ley medita de día y de noche” (Salmo 1:2)
La meditación es algo que está de moda, pero que muchas veces no se corresponde con lo que la verdadera meditación es, de acuerdo a la Biblia.
Quizá la imagen que te viene a la mente cuando piensas en la meditación es la de la típica persona sentada en una esterilla, con las piernas cruzadas, los ojos cerrados, y tratando de no pensar en nada...
Sin embargo, la verdadera meditación no tiene nada que ver con esto. No es un acto de vaciar la mente, sino que es todo lo contrario: es un acto de pensar activamente en lo que proviene de Dios, y en lo que Él te muestra.
Déjame ponerte un ejemplo: Te levantas por la mañana, y empiezas a buscar a Dios. Le abres tu corazón, le das gracias, empiezas a orar, a alabar Su Nombre… Poco a poco te sientes más fuerte en el Espíritu, las cosas fluyen, y le pides que te hable, que te muestre Su voluntad. Le pides incluso que te muestre qué pasaje de las Escrituras deberías leer.
Entonces te viene un pasaje a la mente. Abres la Biblia y lo lees, y de hecho, notas que ese pasaje toca tu corazón. Obtienes de ese pasaje una serie de verdades que no habías visto antes, y empiezas de hecho a proclamar esas verdades sobre tu vida.
Esa es la verdadera meditación: aquella que piensa y se apropia de las verdades de Dios de manera continua, durante todo el día. Es un fluir que te permite estar en continuar comunión con Dios, escucharle, apropiarte de Sus promesas, y proclamar Su verdad sobre tu vida.
Amigo/a, ¡aprópiate de las promesas de Dios en este día! Empieza a proclamarlas, y no dejes nunca de pensar en Dios y en Su Palabra.
En el programa de hoy te hablo más acerca de la victoria tan grande que vendrá sobre tu vida como consecuencia de poner esto en práctica, y te daré más consejos prácticos. Puedes verlo haciendo clic en este enlace.