Amigo/a, ¿aplicas los 3 filtros en tus conversaciones?
¿Has oído hablar alguna vez del “Triple Filtro de Sócrates”?
Este famoso filósofo griego de la antigüedad, solía plantear tres preguntas o filtros a todos aquellos que querían contarle chismes:
- El filtro de la verdad. ¿Estás seguro de que lo que me quieres contar es verdad?
- El filtro de la bondad. ¿Lo que vas a contarme sobre mi amigo es algo bueno?
- El filtro de la utilidad. ¿Lo que vas a contarme es algo útil?
La conclusión de Sócrates siempre era: “Si lo que vienes a decirme no sabes si es cierto, no es bueno y no es útil... ¿para qué contármelo?”.
Como hijos/as de Dios, a veces caemos en la práctica de participar de esas malas conversaciones, hablando mal de otras personas sin saber realmente la mayoría de las veces si esa información es veraz o completa, juzgando, criticando… Sin embargo, Dios nos llama a algo totalmente diferente.
Mira lo que dice la Biblia: “Haced todo sin murmuraciones y contiendas, para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo…” (Filipenses 2:14-15). Cuando decidimos abandonar la murmuración y esas contiendas con otras personas, cosas extraordinarias pasan en nosotros:
- Andamos de manera correcta, sin tinieblas
- No nos complicamos la vida, sino que vivimos en sencillez, en claridad
- Nos mantenemos limpios, sin mancha
- Brillamos con fuerza.
Como te decía ayer: ¿te imaginas lo que sería que, en cada conversación que tengas, solo hables cosas buenas, llenas de luz y de bendición? ¿Que cuando alguien empiece a hablar mal de otras personas, respetuosamente abandones la conversación? ¿Que nunca haya crítica ni acusación en ti? Eso es exactamente lo que Dios ha preparado para ti: es la forma en la que Él te ha diseñado para vivir.
Amigo/a, Dios no te ha llamado a murmurar, sino a brillar. Que cada conversación que tengas esté llena de esta luz y bendición. ¡Eso te hará sentir tan bien!
“Señor, no quiero participar de ninguna conversación en la que se esté criticando a otras personas. Quiero que de mis labios solo fluya bendición, luz, paz, ánimo, restauración… y nunca nada de las tinieblas. Por favor, ayúdame a nunca caer en esas cosas, y siempre brillar con Tu luz, Señor, porque te amo, y quiero hacer lo que Tú me dices, ahora y siempre. En el Nombre de Jesús. ¡Amén!”