Amigo/a, ¡agarra con fuerza el volante! 🏎
¿Te gustan las carreras de automovilismo? ¡A mí me encantan, sobre todo las de Fórmula 1! Me gusta mucho ver la competición y analizar las estrategias de los pilotos, pero sobre todo lo que más me gusta... ¡son los vehículos de Fórmula 1! Son realmente impresionantes =)
Siempre me ha llamado la atención el volante de estos vehículos. Tienen un montón de botones, y requieren una gran fuerza por parte del piloto para ser controlados.
Los volantes de Fórmula 1 son, de hecho, como nuestra lengua: son difíciles de controlar. ¿Cuántas veces has dicho algo que no deberías haber dicho? ¿Cuántas veces te has dejado llevar y has hablado de más, o has murmurado, o te has quejado? Seguro que conoces esa sensación de arrepentimiento inmediato que viene cuando te das cuenta de que acabas de meter la pata al hablar... ¡Yo al menos la conozco!
La Biblia dice: “Es cierto que todos cometemos muchos errores. Pues, si pudiéramos dominar la lengua, seríamos perfectos, capaces de controlarnos en todo sentido” (Santiago 3:2, NTV).
Fíjate que este pasaje compara el saber controlar la lengua con la perfección. Sí, ante las diferentes situaciones de la vida, a veces nuestra carne quiere reaccionar de mala manera, y ese es el momento indicado para tomar el volante con fuerza, y controlar nuestra lengua, y con ella todo nuestro ser.
Amigo/a, Dios quiere que seas perfeccionado a la hora de controlar tu lengua. La Biblia nos da una clave para ello: tenemos que ser “rápidos para escuchar, lentos para hablar y lentos para enojarse” (Santiago 1:19, NTV). Esta ha sido una gran clave para mí a lo largo de estos años, y deseo de todo corazón que lo sea también para ti. Te animo a que te propongas hoy escuchar mejor a las personas que te rodeen, y a esperar un poco más antes de hablar. ¡Verás cómo eso te ayuda! ;)
Que tus palabras sean hoy un milagro para los demás.