🙌🏻 ¡Ora como un hijo!

¿Puedes imaginarte una vida libre de preocupaciones?

Siempre tendremos momentos de tensión, y las preocupaciones seguirán llamando a la puerta de nuestro corazón, pero recuerda esta frase: “no puedes evitar que las aves vuelven por encima de ti, pero sí que aniden sobre tu cabeza”

Tenemos un arma infalible contra la preocupación, como veíamos ayer, y esa es la “oración rebosante”, esa oración que es como un torrente que fluye desde nuestro corazón hacia Dios y que arrastra todas esas preocupaciones a su paso.

Hay un detalle que el pasaje da en relación a esas oraciones desbordantes. De hecho, retomando desde el versículos de ayer, vemos que el pasaje dice: “Que cada día tu vida rebose de oración, mientras ofreces peticiones llenas de fe a Dios…” (Filipenses 4:6, traducido de TPT)

¡Me encanta este matiz! Nuestras oraciones desbordantes tiene muchos elementos, pero una de las claves es que tienen peticiones llenas de fe, llenas de convicción.

Cuando pienso en esta escena, puedo imaginarme a un cristiano lleno de fe, que empieza a orar de manera “rebosante”, y que, en esos momentos, empieza a proclamar las promesas de Dios sobre su propia vida y circunstancias.

En esa confianza de hijo/a de Dios, levanta con plena confianza su oración, lleno/a de fe, porque sabe que es un hijo/a amado de Dios, y que Dios anhela contestarle:

• No hay ni rastro de autocompasión en su voz
• No le suplica a Dios como si fuese un mendigo clamando por migajas
• Y tampoco pide por misericordia, como si Dios fuese el juez injusto de la parábola…  (Lucas 18:1–8)

No. Solo hay gratitud, confianza, seguridad, cercanía, esperanza, gozo, fuerza… ¡Esas son las señas de identidad de aquél que ha aprendido a orar de manera desbordante y a hacer peticiones llenas de fe a Dios!

Querido/a amigo/a, no ores como un esclavo: ¡ora como un hijo/a amado/a!

En este día, únete a Él en oración, y pídele con fe, con la confianza de que Él quiere hacer más de lo que eres incluso capaz de pedir o expresar =)

Proclama las promesas de Dios sobre tu vida, dale gracias, ábrele tu corazón para escuchar Su voz… ¡y deja que Él espante las preocupaciones de tu vida! ;