No te equivoques de enemigo

Cuando estás en el campo de batalla, la primera cosa que debes saber con certeza es quién es tu enemigo. ¿Te puedes creer que nosotros no tenemos siempre claro quién es?

Déjame ilustrarte esto con un ejemplo: un amigo mío fue a un restaurante con unos amigos, y la camarera que les atendió ese día no fue en absoluto amigable. Estaba enfadada, era abrupta en sus respuestas, y ponía caras cada vez que le pedían algo. ¿Que hubieses hecho tú en esa situación?

Mi amigo, como siempre suele hacer, esperó hasta el final de la comida, y, a la hora de pagar, aprovechó para hablarle rápidamente del amor de Dios, y para darle una propina totalmente desproporcionada: el 100% de la consumición. En ese momento, la camarera se desplomó. Entre lágrimas, empezó a contarles la semana tan horrible que había tenido y a excusarse por sus actitudes, mientras ellos la animaban y le hablaban de Jesús, y de Su amor por ella. ¡Fue un momento tan precioso!

El enemigo intenta hacernos ver a las personas como si fuesen nuestros enemigos, y nos incita a usar armas de las tinieblas, tales como crítica, queja, violencia o amenazas, para continuar con su círculo vicioso de destrucción. Pero ¡gracias a Dios que podemos romper con eso! Mi amigo desechó todas esas actitudes, y, en su lugar, optó por mostrar el increíble amor y la generosidad de Dios hacia ella. ¡Y eso lo cambió todo!

La Biblia dice: “Porque no tenemos lucha contra sangre y carne…” (Efesios 6:12). Mi querido/a amigo/a, en esta “buena batalla de la fe”, eres llamado a romper ese círculo vicioso y a ser un canal de bendición para los demás. ¡Que el amor y la bendición de Dios inunden tu relación con ellos en este día! Eso marcará la diferencia, tanto en tu vida como en la de los demás. 

¡Eres un Milagro!
Christian Misch