Humilde-mente

¿Alguna vez te has cruzado con personas que no quieren reconocer sus errores, que son prepotentes y que piensan que lo saben todo? 

Este es un patrón equivocado que se repite desgraciadamente en muchas personas, sobre todo en las que tienen una posición de autoridad. Sin embargo, ¡qué refrescante es estar al lado de personas humildes, agradecidas, amables, que están siempre dispuestas a aprender!

La humildad en el liderazgo es una clave vital. De hecho, Jesús dijo a sus discípulos: “aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas” (Mateo 11:29). ¡Hay tantas cosas que podemos aprender de Jesús! Pero la humildad es la que  enfatizó en este pasaje. Cuando vives en esa humildad:

• Te das cuenta de cuánto necesitas a Dios para tomar decisiones, lo cual te lleva a buscarle en oración de manera más continuada. 
• No necesitas mantener una apariencia ante los demás, sino que puedes reconocer tus fallos con gracia, y buscar ayuda para solucionarlos. 
• Valoras a los demás, especialmente a las personas de tu equipo, y tratas de motivarles e inspirarles, en lugar de obligarles o amenazarles.

La humildad es como un manto que nos protege de caer en actitudes destructivas, y la buena noticia es que es algo que podemos aprender, como dice el versículo que hemos leído antes. Podemos crecer día a día en ella, en cada momento, en cada decisión, en cada interacción con las personas y con Dios. 

Querido/a amigo/a, ¡que la humildad sea una constante en todo lo que hagas! Que cada tarea, cada interacción, cada actividad que realices esté marcada con la fresca fragancia de la humildad. ¡Sin duda que eso no solo te hará más feliz, sino que ayudará a crecer tu nivel de influencia sobre los demás, y a crecer también en tu capacidad de liderazgo!

Disfruta de este día, y sé una inspiración para los demás