🔠Una visión del destino
Amigo/a, no sé cómo lo sientes tú, pero a mí me encanta viajar. Uno de los grandes privilegios que Dios me ha dado en mis años de servicio es la oportunidad de realizar varios viajes y conocer diferentes países. Sin embargo, si hay algo que definitivamente no disfruto tanto es la parte del viaje en sí.
A lo que me refiero es que me encanta explorar nuevos países y culturas, y sin duda disfruto servir a Dios en diversos contextos. Sin embargo, no hay nada que disfrute menos que las largas filas en el aeropuerto, las interminables horas de escala, pasar por aduanas y las eventualidades como las turbulencias en el avión.
Nada de eso me emociona mucho a la hora de viajar, pero en esos momentos siempre tengo en mente que, sin importar cuánto dure esa parte del viaje, pronto podré sumergirme en una nueva cultura llena de posibilidades, aprendizajes y experiencias nuevas: comida, idioma, forma de vestir y comportarse. Descubrir nuevas formas de conocer a Dios y experimentarlo es algo que me mantiene enfocado y ayuda a sobrellevar las partes menos agradables del viaje.
En nuestro caminar como creyentes e hijos de Dios, también es importante recordar que somos como peregrinos en un viaje. ¿Y sabes qué? La parte no tan agradable del viaje es precisamente la que estamos viviendo ahora. Con esta perspectiva, ¡imagínate lo hermoso que será el destino final!
Pablo nos dice en efesios que un elemento importante en la armadura de Dios que nos ayuda a salir victoriosos en nuestras batallas es el casco. “Tomen el casco de la salvación” (Efesios 6:17).
Una forma de enfrentar y superar las diversas batallas que enfrentamos como creyentes es visualizar el destino. Por ejemplo, como te contaba ayer acerca de las dudas con las que el enemigo me atacó. Mi mente estaba siendo el objetivo de ese ataque, por eso es tan crucial en nuestra armadura llevar puesto el casco de la salvación.
Cuando tenemos la seguridad de cuál es nuestro destino, podemos enfrentar con valentía las turbulencias, los engaños del enemigo y las circunstancias difíciles que surjan en el camino. Sabemos que el destino final vale toda la pena y esfuerzo, y es Dios quien nos sostiene durante todo el viaje.
Amigo/a, si estás pasando por situaciones que te desaniman, entristecen o confunden, te animo a que leas Apocalipsis 21 y 22. Permítele a esta visión del destino final llenarte de esperanza y fortaleza.