Amigo/a, 🌤 ¡Tu conversación sincera abre el Cielo!
Terminamos esta serie con el último versículo de este Salmo tan edificante, que termina diciendo: “…y en la casa de Jehová moraré por largos días” (Salmo 23:6).
Una de las cosas más impresionantes de David es que su amor y su hambre por Dios eran increíbles. ¡Y eso que Jesús no había aún venido, y que se encontraba bajo la falta de revelación del Antiguo Testamento!
Pero aún así, una y otra vez expresa en sus Salmos su hambre de Dios, y su constante deseo de vivir en la Casa, en la Presencia de Dios, más que ninguna otra cosa.
Y el único motivo por el que tenía un deseo tan grande por Dios es porque, desde su más temprana juventud, había descubierto lo que era tener una relación viva con Él.
Desde que era un pastorcillo de ovejas, su deseo era pasar tiempo con Dios, y por medio de Él encontró la fuerza para hacer proezas significativas en esos tiempos, tales como matar a aquellos oso y leones que intentaban arrebatarle sus ovejas, y más tarde matar a Goliat y liberar así a Israel.
Eso fue forjando una relación real, profunda y sincera con Dios, lo cual no era en absoluto común en aquellos tiempos. Todo el mundo tenía obligaciones religiosas por medio de la Ley y de la cultura del pueblo de Israel, pero David fue capaz de experimentar lo que es una relación viva con el Dios auténtico. Y eso le llevo a brillar, y a ser finalmente un rey en Su reino.
Y todo empezó con un corazón totalmente abierto ante Dios, y con una conversación continuamente sincera con Él.
En sus Salmos, el hambre de Dios de David se expresa en una continua dependencia de Dios, en una expresión constante de cómo se encuentra y en una petición continua a Dios para que le ayude a entender lo que tenía que hacer en cada situación.
Esa es la clave de una relación viva con Dios, y es lo que nosotros podemos hacer por medio de Jesús: podemos venir ante Su Presencia con un corazón totalmente abierto, para expresarle con total sinceridad todo lo que hay en nosotros, y dejarle así obrar en nuestras vidas.
Querido/a amigo/a, ¡tu conversación sincera con Dios abre el Cielo sobre ti! Te lleva a conocer a Dios de una manera más real, y a ver que Él realmente actúa y cumple Su Palabra… ¡No hay nada como conocer a Dios de un manera cercana, y llenarse de hambre y sed por Su Presencia!
En este día, pasa un tiempo en Su Presencia contándole sencillamente aquello que sientes, lo que hay en tu corazón, y pidiéndole Su Guía para que te ayude a hacer aquello que es agradable para Él, a la vez que te muestra la solución a los problemas por los que estás pasando. ¡Él te ama tanto!
Te llevo en mis oraciones y en mi corazón,