Fecha de publicación 8 de dic. de 2021

Amigo/a, 🤗 Refúgiate en mí

Fecha de publicación 8 de dic. de 2021

Continuamos hoy nuestra serie especial de Adviento con el testimonio de Nicodemo. Al final de su testimonio, terminaré como siempre con unas pocas palabras de ánimo. Te dejo con su relato:

Mi vida fue conmovida el día en el que los romanos me pidieron ir al distrito rojo de Capernaúm, a lo más bajo de la ciudad. Me pidieron ir a ayudar a una mujer oprimida por las tinieblas, de nombre Lili; creo que ya has tenido la oportunidad de conocerla. 

Cuando llegué allí, hice todo lo que sabía para tratar de ayudarla, pero fue en vano. Estaba convencido de que las tinieblas en ella eran tan grandes que solo Dios hubiese podido hacer algo. Pero en el fondo de mi corazón, una pregunta no dejaba de darme vueltas en la cabeza: ¿Cómo yo, siendo un maestro de maestros, no tenía ninguna autoridad contra las tinieblas? ¿Había algo que me estaba perdiendo? 

Lo que pasó unos días más tarde, no lo hubiese creído nunca si no lo hubiese visto con mis propios ojos: Lili había sido liberada. Parecía una persona totalmente distinta, llena de paz, y hasta con un nuevo nombre: María, de Magdala. 

Jesús de Nazaret era quien había hecho este milagro. ¿Quién si no Él tendría respuestas a mis preguntas? Cuando le vi enseñando, y sanando a un paralítico delante de la multitud, no me quedó ninguna duda: tenía que hablar con Él. 

Accedió a verme en un lugar secreto, para así poder hablar libremente. Cuantas más preguntas le hacía, más me daba cuenta de que Su Reino no era lo que esperábamos los judíos: Él no había venido para darnos libertad de los romanos, ¡Él había venido para darnos libertad del pecado y de las tinieblas! Podía sentir la vida fluyendo a través de cada una de Sus palabras.

Mi corazón me decía que Él era Aquél por quien había esperado toda mi vida: El Mesías prometido. En mi emoción, solo me vino a la mente el salmo que dice: “Besa al Hijo, para que no se enoje contigo y perezcas en el camino” (Salmo 2:12, RVA). Me arrodillé, y besé Su mano. Él entonces me levantó, y terminó el pasaje, diciendo: “Benditos todos aquellos que encuentran refugio en Él”, mientras me abrazaba. 

Su abrazo era como olas del más puro amor que jamás había sentido. Es en ese momento que lo supe: Mi vida nunca más sería la misma. Había nacido de nuevo, y tenía un destino. 

Me llamo Nicodemo, y he sido elegido por Jesús. 

Amigo/a, Jesús es la respuesta a tus preguntas, tu refugio en la adversidad. A lo largo de estos días, y mientras te preparas para la Navidad, ven a Sus brazos a través de la oración, y deja que tu vida se llene de Su amor y de Su Presencia. Él es tu refugio, Aquél que da sentido a tu vida, el centro de la Navidad.

No lo olvides nunca: ¡Eres un Milagro!

Christian Misch
Author

Pasionado de las nuevas tecnologías y autor de "Un Milagro Cada Día", compartiendo inspiración diaria para seguir a Jesús.