Amigo/a, 💁🏻♀️¿Qué me dices? ¡Cuenta, cuenta!
Nuestras palabras tienen más importancia de lo que creemos.
¿Alguna vez has participado de una conversación y has terminado criticando a una persona o riéndote de cosas que no eran buenas, solo por no quedar mal? Creo que a todos nos ha pasado alguna vez.
Es de hecho algo bastante típico, sobre todo entre los adolescentes, quienes, por la presión de grupo, tienen más tendencia a hacer cualquier cosa con tal de no ser vistos como unos “bichos raros”.
El apóstol Pablo dice a su joven discípulo Timoteo: “... no participes en pecados ajenos. Consérvate puro” (1 Timoteo 5:22).
Es muy interesante la mención a los “pecados ajenos…”. ¡Sí, los demás pueden influenciarnos y llevarnos a caer en sus pecados! Esto es especialmente cierto en nuestras conversaciones. ¡Qué fácil es empezar a hablar de lo que no conviene…!
Es por eso que siempre tenemos que pasar lo que vayamos a decir por el filtro de la pureza. ¿Es lo que voy a decir algo puro, amable, agradable…? ¿Es algo de lo que no me sentiría avergonzado si la conversación fuese grabada y se emitiese en público?
De hecho, la Biblia dice: “Haced todo sin murmuraciones y contiendas, para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo” (Filipenses 2:14-16). Eso es lo que Dios quiere para nosotros:
- que no critiquemos ni hablemos mal de los demás
- que evitemos las discusiones
- que nos comportemos de manera intachable
- que vivamos con sencillez de corazón
¡Sí, Amigo/a, tu pureza al hablar te hace brillar en este mundo!
Brilla con fuerza con Su luz en este día,