Amigo/a, ¿prefieres a los demás?
Una de las consecuencias casi inmediatas de no honrar y de no valorar a otras personas, es que perdemos la oportunidad de ser bendecidas por ellas.
Déjame que te ilustre lo que quiero decir. Si, por ejemplo, subestimas a una persona y tienes una baja opinión de ella, muy difícilmente recibirás nada de ella. Cuando quiera darte un consejo o ayudarte en algo, probablemente la menospreciarás en tu mente, pensando algo como: “¿Acaso crees que necesito algo de ti...?”. Esto es una forma de orgullo, que nos lleva a ver a esas personas como si fuesen de una categoría inferior a la nuestra.
Jesús dice: “El que recibe a un profeta por cuanto es profeta, recompensa de profeta recibirá...” (Mateo 10:41). Piensa en el Antiguo Testamento: el pueblo de Israel no creyó ni tomó en cuenta a muchos de los profetas que el Señor les mandó, tales como Jeremías o Ezequiel, y perdieron las recompensas y bendiciones que Dios había preparado para ellos.
Todas las personas que nos rodean tienen de alguna manera la imagen de Dios en sus vidas. Tienen un gran valor: de hecho, a lo largo de mi vida, ha habido momentos en los que las personas que menos me esperaba me han sorprendido con ideas, actitudes o iniciativas que han sido de gran bendición para mi vida.
Es por eso que me encanta este pasaje de la Biblia que dice: “Amaos los unos a los otros con amor fraternal; en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros” (Romanos 12:10).
Una versión inglesa traduce este pasaje diciendo: “Buscad amar tiernamente al resto de hermanos en la fe, como miembros de una misma familia. Tratad de superaros a vosotros mismos a la hora de respetaros y de honraros los unos a los otros” (Romanos 12:10, traducido del inglés de TPT). ¡Es tan precioso!
Amigo/a, que en tu corazón haya el deseo de amar y honrar a los demás, y que ese deseo te lleve a superarte a ti mismo, a crecer, y a incluso a preferir la honra para los demás antes que para ti.