Amigo/a, 🔥 OxÃgeno del Cielo
Seguimos avanzando en el pasaje y en el tema de esta semana, y como veíamos ayer, ¡no podemos escondernos!
De hecho, si una ciudad asentada en una montaña es visible desde todos lados, ¡imagínate una luz encendida en medio de las tinieblas!
Así es como lo expresa Jesús: “Ni se enciende una luz y se pone debajo de una vasija, sino sobre el candelero para que alumbre a todos los que están en casa” (Mateo 5:15, RVR95)
Una luz, por pequeña que sea, tiene el poder de atravesar las más densas tinieblas, y de ser vista desde una gran distancia.
Tú tienes una luz enorme en tu interior: la luz de Dios. ¡Fuiste encendido por Él personalmente cuando le diste tu vida, y tuviste un encuentro con Él!
Él te encendió a través de Su amor y Su Presencia, de tal manera que donde antes había tinieblas, ahora hay paz, bendición, claridad, luz…, y ahora transportas esa luz contigo dondequiera que vas. Esa luz es parte de tu identidad como hijo/a de Dios.
Sin embargo, podemos tapar esa luz, y creo que todos hemos pasado por situaciones en las que desgraciadamente no hemos brillado demasiado... Simplemente considera esto:
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Una vela encendida que esté tapada con un recipiente no solo no alumbra a los demás, sino que no te deja ver a ti tampoco. Te hace estar en tinieblas
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Y una vela tapada, en la que no entre oxígeno, acaba apagándose.
Amigo/a, en este día rompe todo aquello que quiera bloquear tu luz, ¡y déjala que brille con fuerza!
Que en este día el fuego de la llama de tu vida se alimente del oxígeno divino por medio de la oración apasionada y sincera a Dios, y que esa misma luz sea de una bendición tremenda, tanto para ti como para los demás ;)
Te llevo en mis oraciones y en mi corazón