Amigo/a, 🤔 ¡No tienes razón si no tienes amor!
Dios es amor, y como hijos/as suyos, hemos sido creados para caminar en ese amor.
Lo curioso es que, sin embargo, muchas veces tener razón y caminar en amor no van necesariamente de la mano.
Déjame que rehaga esta frase, para intentar hacerla más clara: nuestro objetivo no es tener razón en todo lo que hagamos, sino mostrar el amor de Dios de una manera constante a las personas que nos rodean.
Por supuesto que nadie quiere estar equivocado, y que todos tenemos el deseo de estar en lo cierto: pero a veces ese deseo se convierte en la prioridad obsesiva en nuestra vida, que nos puede llevar fácilmente a ofender a otras personas.
¿Te has encontrado con personas que parece que siempre deben tener la razón, y que si no concuerdas con ellas, discuten acaloradamente contigo para hacerte “entrar en razón”?
Ese deseo humano de querer siempre tener razón en todo a cualquier precio es una actitud que no es según el corazón de Dios. De hecho, el amor de Dios nos lleva a hacer precisamente lo contrario: nos anima a buscar bendecir a nuestros hermanos, aun cuando seamos nosotros los que tengamos la razón.
Ese amor nos lleva a pensar de qué manera nuestras acciones van a repercutir en la vida de las personas que nos rodean.
El apóstol Pablo, de hecho, dedica un capítulo de las Escrituras a hablar sobre cómo él estaba convencido de que comer alimentos que habían sido sacrificados a los ídolos no era malo, y da una serie de argumentos claros al respeto. Sin embargo, al final, dice: ”Bueno es no comer carne, ni beber vino, ni nada en que tu hermano tropiece, o se ofenda, o se debilite” (Romanos 14:21). Pablo sabía que tenía razón, pero prefería abstenerse de hacer algo que pudiese ser una piedra de tropiezo para otros cristianos que quizá no tenían la misma revelación que él en esos temas. No quería ofenderles, y que por una opinión, otras personas preciosas pudiesen caer en ofensa, y sufrir, o incluso llegar a perderse (Romanos 14:15)
Amigo/a, ¡no tienes razón si no tienes amor! Que más allá de las discusiones del presente, puedas siempre ver el impacto eterno que tiene cada una de tus decisiones sobre la vida de las persona que te rodean, para poder bendecirlas de la mejor manera posible.