Amigo/a, ¡libérate hoy!
¿Alguna vez has sentido algo en tu corazón, pero no has sabido cómo orar por ello? En ocasiones no sabemos cómo poner palabras a nuestras oraciones.
Recuerdo que hace muchos años, cuando todavía estudiaba en la universidad, fui a un evento cristiano para jóvenes. Me encontraba en una etapa de mi vida complicada, y espiritualmente me encontraba estancado desde hacía unos meses. Recuerdo que por la tarde, durante el tiempo de alabanza, verdaderamente necesitaba expresar lo que había en mi corazón a Dios. Empecé a repetir una y otra vez, casi a gritos: “¡Ayúdame, Dios mío!”. ¡Lo hice con tal intensidad que las lágrimas brotaban de mis ojos, mientras sentía cómo me ardía el pecho! Gracias a Dios que la música estaba alta, y que pude pasar desapercibido ante los demás.
Realmente necesitaba ese cambio en mi vida, y lo único que era capaz de hacer en ese momento era pedir a Dios por Su ayuda. No fue una oración muy elocuente ni con palabras elaboradas, solo un clamor sencillo que nacía de lo más profundo de mi corazón. ¡Ese clamor es tan precioso para el Señor, y es tan liberador para nuestras vidas! Pude sentir en ese momento cómo algo realmente estaba ocurriendo en mí. Fue extremadamente liberador, al punto de producir un gran cambio en mi relación con Dios.
La Biblia dice: “Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces” (Jeremías 33:3). Dios desea responderte y revelarte cosas extraordinarias, pero muchas veces no es capaz de atravesar las barreras que nosotros mismos nos ponemos. Es por eso que el clamor es tan liberador: porque nos lleva a abrirnos completamente ante Dios, y a través de ello le damos pleno acceso para que actúe en nuestras vidas.
¿Quieres sentir el toque de Dios en tu vida en este día, Amigo/a? Derrama tu corazón delante de Él, y déjale obrar en tu corazón. ¡Él te ama, y quiere hacer cosas preciosas en tu vida!