Amigo/a, la puerta está abierta
¿Te sientes en ocasiones como si no pudieses acercarte a Dios? A veces tenemos el sentimiento de que hay algo que nos bloquea el acceso, por más que intentemos acercarnos.
Recuerdo una vez que estaba preparando una predicación. Llevaba ya unas dos semanas que no me encontraba demasiado bien espiritualmente: no sabía cómo explicarlo, sencillamente es como si no consiguiese conectar con Dios como solía hacerlo.
La predicación que estaba preparando se centraba, de hecho, en el pasaje que dice: “Así que, hermanos, mediante la sangre de Jesús, tenemos plena libertad para entrar en el Lugar Santísimo, por el camino nuevo y vivo que él nos ha abierto a través de la cortina, es decir, a través de su cuerpo...” (Hebreos 10:19-20).
Este pasaje me tocó mucho. “Tengo plena libertad para entrar en la Presencia de Dios en cualquier momento”, pensé. Tras repetirlo unas cuantas veces, empecé a creerlo de corazón, y oré a Dios, diciéndole: “Señor, me acerco ahora mismo a Tu Presencia, porque sé que tengo acceso a ella…”. Comencé a darle gracias por Su amor, y a pedirle perdón por mis errores. ¡En cuestión de segundos, volví a sentirme muy cerca de Dios, como me sentía antes!
Sí, tienes plena libertad para entrar en la Presencia de Dios. En el Antiguo Pacto solamente el Sumo Sacerdote podía entrar una vez al año en el Lugar Santísimo; pero cuando Jesús murió en la cruz, dice la Biblia que “el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo” (Marcos 15:38). ¡La separación entre Dios y nosotros fue rota, y la puerta de entrada quedó abierta!
Amigo/a, el sacrificio de Jesús te da pleno acceso a Su Presencia. No solo eres bienvenido/a cada vez que quieras acercarte a Él, ¡sino que Él te está esperando! No dejes que el enemigo te engañe haciéndote creer que tu pecado, tu situación o cualquier otra cosa te impide acercarte a Dios: no es verdad.
Hoy agárrate a esta promesa de la Biblia, ¡y acércate a Dios! Él te está esperando con los brazos abiertos.
