Amigo/a, 🛁 ¡Es la hora del baño!
La noche en la que fue entregado, Jesús le lavó los pies a Sus discípulos. ¿Podrías imaginarte a Jesús lavándote los pies?
Cuando leemos la historia en el evangelio de Juan, en cierta forma puedo comprender la reacción de Pedro, cuando le dijo a Jesús: "¡No me lavarás los pies jamás!" (Juan 13:8). ¡Somos nosotros los que deberíamos estar sirviendo y lavándole los pies a Jesús, no al revés!
Sin embargo, para poder dar tenemos que aprender a recibir primero. Tal es así, que Jesús respondió incluso un poco duramente a Pedro, diciéndole: “Si no te lavare, no tendrás parte conmigo” (Juan 13:8)
Nuestro deseo de servir a Dios Le agrada enormemente, pero para poder servirle necesitamos primero recibir de Él, y eso requiere humildad.
Jesús nos dice que tenemos que volvernos y hacernos como niños si queremos entrar en el Reino de los Cielos (Mateo 18:3), y una de las principales características de los niños es su vulnerabilidad. Saben que dependen de sus padres, y tienen la humildad de recibir todo de ellos en plena confianza.
Amigo/a, recibe hoy todas las cosas que Dios ha preparado para ti. Déjale que Él te sirva en amor, que Él te limpie y te guíe, confiado como un niño en los brazos de Su Papá. ¡Él te ama tanto! ¡Y dependemos tanto de Él!
Sí, llénate hoy del amor de Dios, y compártelo con los demás. Que en este día, podamos tú y yo también lavar los pies y servir a los que tenemos a nuestro alrededor, como Él nos llama a hacerlo (Juan 13:14).