Amigo/a, Él te ve, y te escucha
¿Alguna vez has tenido la sensación de que Dios no escucha tus oraciones?
El salmista continúa diciendo: “Jehová Dios de los ejércitos, oye mi oración; escucha, oh Dios de Jacob. [Selah] Mira, oh Dios, escudo nuestro, y pon los ojos en el rostro de tu ungido” (Salmo 84:8-9).
El salmista sabía que Dios escuchaba sus oraciones, porque a lo largo de los salmos expresa siempre esa fe y esa confianza en Él, aun en los momentos más complicados. Pero, aun teniendo esa confianza, le gustaba expresar a Dios su necesidad de Él, y hacerse vulnerable.
En este pasaje encontramos entremedias la palabra “Selah”. Esta palabra era una invitación al lector para que hiciese una pausa y que pudiese así reflexionar en lo que acababa de leer. Sí, el salmista sabía que era necesario parar para poder asimilar lo que dice este pasaje. ¿Te puedes imaginar a Dios escuchándote desde el Cielo, rodeado de Sus ejércitos celestiales? Y es más: ¿te puedes imaginar a Dios mirándote, fijando Su increíble mirada en ti? Imagínatelo por unos segundos.
Sí, Amigo/a, hoy puedes levantar tu oración confiado/a, sabiendo que Dios te está escuchando. ¡Él te ve! Dios tiene Sus ojos puestos en ti, y hoy es el momento de hacer una pausa, y de reflexionar en esta preciosa realidad. Es por eso que, más que pedirle que te escuche, te animo a que Le des gracias de todo corazón porque ya lo hace:
“Gracias, Señor, porque no soy invisible para ti. Gracias porque siempre me escuchas, porque estás atento a mis oraciones, y porque pones Tus ojos en mí. Gracias por Tu amor, y por enviar a tus ángeles para que me ayuden en todos mis caminos, conforme a Tu perfecta voluntad. ¡Gracias, Señor! En el Nombre de Jesús. ¡Amén!”
No estás solo/a: Él no te ha abandonado, ni lo hará jamás.