✍🏻 ¡Él sabe lo que está haciendo!
Entendiendo el proceso por el que pasa una vasija, creo que muchos no querríamos ser ese barro. ¡Preferiríamos ser el Alfarero! Anhelamos control sobre todo, ¿te sucede?
Yo intenté ser el alfarero por muchos años, determinando la forma en que quería que mi vida fuese.
Cuando resistimos la intervención de Dios, pensamos que podemos moldearnos independientemente, siguiendo nuestro propio camino. Entonces, actuando de esta manera, no nos convertiremos en vasijas de honor, careciendo de valor interno.
Pero Dios anhela y quiere trabajar en nosotros. En muchos casos, volver a moldear.
Cuando Jeremías llegó a la casa del alfarero, presenció cómo la vasija se dañaba. En el texto, aprendemos que cuando el profeta llegó, el alfarero estaba trabajando el barro en el torno. En ese momento, mientras el alfarero moldea meticulosamente la vasija, esta se rompió en sus manos.
Jeremías 18:4 (RVR1960): "Se quebró él mismo en la mano del alfarero, y el alfarero hizo de él otra vasija, según le pareció mejor hacerla."
Muchas personas están rotas ahí fuera, persistiendo en una vida de decisiones equivocadas, dañando su rostro, su buen nombre, su reputación... Sin embargo, en las manos del alfarero hay restauración, Él te ofrece una nueva oportunidad.
El alfarero vuelve a amasar con sus manos y comienza a dar forma a otra vasija, según le pareció mejor hacerla. Entonces el Señor le dice a Jeremías: así como el alfarero moldea el barro, yo también trabajo en la vida de mis hijos según mi voluntad.
Amigo/a, ¡permite que este proceso trabaje en ti! Algunos procesos son dolorosos, pero esenciales para que te conviertas en una vasija mejor y útil. Así como el barro está en las manos del alfarero, tú estás en las manos de Dios. Él es tu Creador, y es quien le da la forma perfecta a tu vida según sus planes perfectos.
Digamos juntos, “Señor, moldeame según tu voluntad, para ser una vasija útil en tus manos. Y que tus planes se cumplen en mí”. En tu nombre Jesús. Amén.
