👀 El Dios que ve (El RoÃ)
“Yo te veo”, ¿que sentirías al escuchar estas palabras de parte de Dios? Tengo varios años trabajando con jóvenes, y en más de una ocasión he visto el impacto tan profundo que estas palabras tienen en aquellos que se han sentido abandonados. Y tú, ¿te has sentido abandonado o abandonada?
Hay una historia en el Antiguo Testamento que me encanta: es la historia de Abraham y su familia. Dentro de esta historia se encuentra el episodio del desliz de Abraham, por así decirlo con la sirvienta Agar. Si no recuerdas o no conoces la historia puedes encontrarla en Génesis capítulo 16.
Pero, básicamente lo que sucedió fue que Dios había hecho una promesa a Abraham, (darle un heredero), una promesa que aparentemente tardaba en cumplirse, por lo que Sara, la esposa de Abraham, le propuso que se acostara con su sierva, de modo que el hijo de esta sierva sería el heredero de la promesa. Pero tú y yo sabemos lo que pasa cuando intentamos “ayudar” a Dios ¿no es cierto?
Bueno, Abraham escuchó el consejo de su esposa, y Agar quedó embarazada. Después comenzaron los problemas entre las dos mujeres, a tal punto que Sara empezó a maltratar a Agar, quien decidió huir.
Pero aquí viene lo más hermoso: mientras que Agar huía, tuvo un encuentro con Dios, quien la animó a que regresara, obedecer, y soportar las injusticias, Luego, Dios le afirmó diciendo que estaría con ella y con su hijo, a quien le otorgó una gran bendición.
Ante esto Agar dice; “Como el Señor le había hablado, Agar le puso por nombre «El Dios que me ve» pues se decía: «Ahora he visto al que me ve».” Génesis 16:13.
Amigo/a, hoy me gustaría bendecirte con estas palabras, sin importar lo que estés pasando en este momento de tu vida; dificultades, soledad, injusticias, dolor, o aun un tiempo de espera… ¡Dios te ve!
El Dios del universo, creador de todo lo que existe, te ve, te cuida y te ama. Es como dice la letra de la canción “a su voz” del grupo Camino de Vida; Las galaxias Él formó y también mi corazón, El Rey del cielo en mi pensó, me inunda su amor.
Déjame preguntarte de nuevo: ¿Qué produce en ti saber que nuestro buen Dios te dice hoy “Yo te veo”? Tómate un tiempo para reflexionar sobre esto, y te invito a terminar este momento alabando y agradeciendo a Dios por esta hermosa verdad.