Amigo/a, 🤷🏻♀️ ¿cómo he llegado aquí?
No sé si alguna vez has querido probar un camino nuevo para llegar a un sitio y al final has terminado medio perdido, sin estar muy seguro de dónde te encontrabas. A mi sí me ha pasado 😅
Recuerdo que, cuando era pequeño, habíamos ido a visitar a unos familiares en Valencia, una preciosa ciudad española situada en la costa Mediterránea. Nos gustaba salir a pasear, y teníamos ya un recorrido favorito por las calles del centro de la ciudad que solíamos hacer con regularidad.
Un día, en lugar de tomar el camino habitual, optamos por ir por una calle paralela que estaba al lado, para cambiar un poco. Pensábamos que esa calle iba a confluir con la que estábamos acostumbrados, pero tras caminar mucho, descubrimos que no. De hecho, cuando nos dimos cuenta, ya era tarde: no sabíamos dónde estábamos.
En aquellos tiempos no había smartphones, ni GPS, así que no nos quedaba otro remedio que intentar corregir el rumbo hasta encontrar algo que nos permitiese ubicarnos de nuevo. Tras una hora caminando, finalmente conseguimos ubicarnos y encontrar el camino original.
Al llegar a casa, miramos en el mapa, y descubrimos que esa calle que habíamos decidido tomar no era en realidad una paralela: se abría hacia la izquierda de una forma muy sutil, pero constante. Es por eso que, sin darnos cuenta, nos habíamos separado mucho del camino original.
En nuestra vida hay también caminos que pueden parecernos agradables, que nos dan la sensación de ser vías paralelas que apenas se desvían del camino original, pero que en realidad son todo lo contrario. Es por eso que la Biblia dice: “Hay camino que al hombre le parece derecho, pero su fin es camino de muerte” (Proverbios 14:12)
Amigo/a, los pequeños desvíos pueden llevarnos muy lejos de nuestro destino. A lo largo de estos días, vamos a analizar qué tipo de desviaciones y distracciones pueden hacernos perder el rumbo, y qué podemos hacer para mantenernos siempre firmes. ¿Estás listo/a para empezar este recorrido conmigo?
Dios está siempre a tu lado,