¡Renueva tu mente!

Nuestro día a día nos desgasta con sus 50.000 cosas: responsabilidades, compromisos, actividades, proyectos…

Es por eso que nuestro cuerpo tiene una serie de estrategias para poder renovarse a diario y recuperar así la energía y frescura que necesita para seguir funcionando adecuadamente, por medio de actividades tan básicas como descansar, dormir, comer, pasear, darse una ducha, la interacción con otras personas queridas…

Este tipo de actividades, cuando se realizan de una manera equilibrada, nos ayudan a renovar nuestras fuerzas y a mantener la frescura desde un punto de vista físico y emocional. Pero, ¿y a nivel espiritual?

Seguramente habrás oído mil veces este famoso pasaje de las Escrituras que dice: “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta” (Romanos 12:2).

Como cristianos, somos llamados a experimentar una transformación continua en nuestra vida, a experimentar nuevos niveles de gloria y bendición, nuevos niveles de revelación y de cercanía con Dios.

Lo que es realmente significativo aquí es que la manera para conseguir esta transformación es “por medio de la renovación de [nuestro] entendimiento” (adaptado de Romanos 12:2).

Es muy interesante que no es necesariamente por la renovación de nuestro espíritu, sino por la renovación de nuestro “entendimiento”, es decir, de nuestra mente.

Es decir, nuestra manera de entender las cosas afecta nuestra capacidad de ser transformados o no por Dios. ¡Impresionante!

Querido/a amigo/a, ¡cuando nuestra mente se renueva, todo en nuestra vida se transforma! A lo largo de estos días vamos a analizar formas prácticas en las que podemos renovar nuestra mente, para así experimentar la bendición y la transformación continua de Dios en nuestras vidas. ¡Creo que este tema te va a encantar! ;)

¡Que tengas un bendecido y “renovado” día, y te veo mañana! 😉