? ¡Ilusiónate de nuevo!

Uno de los mayores enemigos de la gratitud es el hecho de no valorar lo que tenemos. A veces nos acostumbramos tanto a las cosas e incluso a las personas, que podemos dejar de valorarlas, y dejar de hacerles caso.

¡Hay tantos ejemplos de ello! Por ejemplo, te compras un automóvil nuevo, y estás ilusionado/a por viajar en él. Con el paso del tiempo, sin embargo, se va convirtiendo en ese trasto que a veces falla, y en el que tienes que volver a meterte para ir al trabajo, o para hacer la compra.  

O lo que es peor: ese chico o esa chica que al principio ocupaba tus sueños y tus pensamientos, por quien estabas dispuesto/a a hacer lo que fuese solo por agradarle, ahora, tras unos años de matrimonio, quizá es solo esa persona con la que discutes, y con la que te sientes tan infeliz. ¡Es tan triste cuando esto ocurre! La falta de valorización es especialmente devastadora en el matrimonio.

Cuando dejamos de valorar lo que nos ha sido dado, esto tiene consecuencias en nuestra vida. Es por eso que me gusta tanto este pasaje de la Biblia que dice: “Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; porque él dijo: No te desampararé, ni te dejaré…” (Hebreos 13:5)

Esto no quiere decir que no tengamos que buscar mejorar, alcanzar nuevas metas o buscar prosperar. Al contrario, el Señor desea que crezcamos y que nos desarrollemos en todas las áreas; pero ¡es tan precioso que puedas valorar todo lo que Él ya te ha dado, y que tu corazón esté lleno de contentamiento con ello! 

Querido/a amigo/a, ¡ilusiónate de nuevo por lo que Dios ya te ha dado! Te invito a que inviertas unos minutos a pensar. Mira lo que tienes ahora mismo delante de ti, y empieza a darle gracias a Dios por cada cosa que tienes, mientras recuerdas lo que sentiste cuando la recibiste. Pídele a Dios que te ayude a ver con ojos renovados todas las cosas que tienes, así como a las personas que Él ha puesto en tu vida, para que puedas valorarlas, y estar lleno de gratitud y contentamiento por ellas. 

Doy a gracias a Dios por tu vida, y por tu amistad