🚪¡Pasa, no te quedes en la puerta…!

Uno de los momentos que más me impacta de la muerte de Jesús en la cruz, fue cuando el velo del Templo se rasgó en dos. 

La Biblia, de hecho, especifica diciendo que “entonces el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo” (Marcos 15:38). Ese velo representaba la separación entre el lugar santo y el lugar santísimo, al cual solo el sumo sacerdote tenía acceso una vez al año. 

En el sistema sacerdotal de la época, no era fácil tener acceso a la Presencia de Dios. Había barreras, y en este caso un gran velo que impedía que nadie pudiese acceder o mirar lo que había dentro. 

El pecado y las malas decisiones de las personas habían creado una barrera cada vez más infranqueable. Pero Jesús puso fin a esa situación. Al morir en la cruz, Él cargó con todos tus pecados, con todas tus inseguridades y temores, para que puedas ser libre de ellos, y acercarte así a Dios con libertad. 

Él rasgó de arriba abajo, del Cielo a la tierra, ese velo que nos separaba, para que ahora tengas un acceso total a Su Presencia; para que puedas tener una relación profunda, de corazón a corazón, con el Dios vivo. 

Querido/a amigo/a, ¡entra sin miedo hoy ante la Presencia de Dios! No te quedes a las puertas, conformándote quizá con unas oraciones superficiales. ¡Preséntate delante de la Presencia de Dios, y deja que Su amor y Su poder llenen tu vida en este día! 

Eres un hijo/a amado/a, y como tal, tienes una invitación para presentarte hoy ante tu Papá Celestial. ¡No le hagas esperar! =)