🦶Un paso valiente…

¿Alguna vez has sentido la presión de grupo, llevándote a hacer algo que no querías, o a no hacer lo que deseabas hacer? 

Recuerdo cuando estaba en el Instituto, en mis últimos años de Secundaria. Varios de mis profesores eran ateos, y disfrutaban ridiculizando la fe cristiana en clase. 

Yo acababa de conocer a Jesús, y no tenía mucho conocimiento. Aun así, en varias ocasiones entré a debatir con ellos de manera respetuosa en clase, pero otras veces, sencillamente, guardé silencio, prefiriendo evitar problemas. 

El joven Daniel y sus amigos judíos habían llegado a Babilonia junto a otros jóvenes de varias partes del imperio babilónico, para formar parte del palacio del rey Nabucodonosor. 

Todos tenían una serie de obligaciones, y una de ellas era comer la comida del rey. Ahí estaba el problema: esa comida no era conforme a las leyes que Dios había dado al pueblo de Israel. Era un problema serio. ¿Qué podían hacer? 

Dice la Biblia que “Daniel propuso en su corazón no contaminarse con la porción de la comida del rey, ni con el vino que él bebía” (Daniel 1:8). Esa actitud de priorizar a Dios provocó 4 cosas:

• Que Daniel alcanzase gracia a los ojos de la persona encargada de decidir
  
• Que Daniel tuviese la sabiduría para proponerle un plan alternativo muy razonable
  
• Que su apariencia fuese milagrosamente más sana que el resto de jóvenes
  
• Que Dios derramase en sus vidas conocimiento, sabiduría e interpretación, más que ningún otro consejero en el Reino. 

Es duro levantarse e ir contra lo establecido por causa del Reino de Dios, pero cuando damos ese paso valiente, por fe, por puro amor a Dios, ¡es tan increíble ver cómo Él nos respalda! La recompensa es mucho mayor que cualquier dificultad por la que nos toque pasar. 

Querido/a amigo/a, proponte en tu corazón hacer de Dios tu máxima prioridad. A lo largo de esta semana vamos a seguir analizando la vida del profeta Daniel, para extraer enseñanzas que podamos aplicar en nuestras propias vidas. ¿Estás preparado/a?