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Ayer veíamos cómo Jesús le dijo a Marta que solo una cosa es necesaria, y continuó diciéndole “y María ha escogido la buena parte…” (Lucas 10:42).

Ahí había dos partes: una la del trabajo incesante y el deseo por tener todo perfecto para el Maestro (Marta); y la otra, la de estar sencillamente a Sus pies, escuchándole hablar (María).

Las dos son importantes, pero solo una es necesaria.

Imagínate: si un presidente o alguien muy distinguido viniese a tu casa, ¿no sería una locura que te fueras justo en ese momento a la cocina a fregar los platos? ¡Sería inconcebible!

En ese momento, nada es más importante que pasar tiempo con esa persona.

Nos reímos a menudo del error de Marta, pero la verdad es que, en nuestra vida cristiana, muchas veces reemplazamos sin casi darnos cuenta la Presencia de Dios por las actividades.

Ya sean proyectos del trabajo, compromisos familiares o eventos en la iglesia, a veces estamos tan saturados de cosas por hacer que se nos olvida lo más importante: pasar tiempo con Jesús. 

¿Cuándo fue la última vez que pasaste tiempo de calidad con Jesús, y que le escuchaste hablar a Tu vida? ¿Cuándo fue la última vez que pasaste tiempo a Sus pies, escribiendo en tu diario de oración todo lo que te venía al corazón, y alabándole con una canción de fondo, solos tú y Él?

En varias etapas de mi vida, he llevado un ritmo tan frenético de actividades y responsabilidades que apenas pasaba tiempo con Dios. Poco a poco, me había convertido en una Marta, afanado, turbado, y con la sensación de dar vueltas en un desierto.

Eso no tenía nada que ver con las fuentes de agua viva que siento en mi interior cuando estoy lleno de Dios. ¡Esa sí que es una “buena parte”! =)

Querido/a amigo/a, en este día escoge la buena parte: la de estar a los pies de Jesús, orando de todo corazón a Él, alabándole, leyendo pasajes, escuchando Su voz, anotando cosas en tu diario de oración… ¡No hay nada que te pueda llenar tanto ni que te pueda revitalizar como ese tiempo con Dios!

Y lo mejor es que, cuando ese tiempo se convierte en tu prioridad, ¡todo lo demás se pone en orden! Y entonces eres capaz de cumplir con el resto de tus obligaciones más eficientemente, y lleno de vida y gozo.