¡La respuesta está en camino!

Las oraciones que levantas al Señor de una manera apasionada desprenden un aroma, una fragancia que agrada especialmente a Dios.

Fíjate que no he dicho que todas tus oraciones tienen ese aroma, sino que he concretado un poco más. A veces todos caemos en rutinas, y tenemos momentos en los que oramos quizá de manera más mecánica. Sin embargo, esta semana estamos hablando acerca el fuego del Señor, y eso es lo que marca la diferencia: cuando oras de manera apasionada, con fuego en tu corazón, ahí es donde todo cambia. 

Dice la Biblia en Apocalipsis que “otro ángel vino entonces y se paró ante el altar, con un incensario de oro; y se le dio mucho incienso para añadirlo a las oraciones de todos los santos, sobre el altar de oro que estaba delante del trono […] Y el ángel tomó el incensario, y lo llenó del fuego del altar, y lo arrojó a la tierra” (Apocalipsis 8:3). 

Querido(a) amigo(a), esas oraciones que levantas llenas de sinceridad, que provienen de lo más profundo de tu corazón, son como un incienso precioso ante la Presencia de Dios. Y lo mejor es que no quedan desatendidas: siempre que oras de esta forma, tus oraciones se unen al fuego celestial, y producen una respuesta sobrenatural del Cielo en la tierra. ¡Cuando tu fuego se une en oración al fuego de Dios, la respuesta está asegurada!

En este día, dedica unos minutos para orar a Dios con un corazón totalmente apasionado, sincero y abierto a Él. Déjame orar por ti: “Señor, te pido por mi querido(a) amigo(a), para que le llenes de Tu fuego al orar, y para que pueda experimentar Tu respuesta a sus oraciones. ¡Que Tu Nombre sea levantado, Señor! En el Nombre de Jesús. ¡Amén!”

Te llevo en mi corazón. 

¡Eres un Milagro!
Christian Misch