¿Cuáles son tus sueños?

¿Alguna vez se han reído de tus sueños? Si es así, no estás solo/a. 

José, ya de pequeño, recibió unos cuantos sueños de parte de Dios. En su caso eran literalmente sueños, y en ellos podía ya ver el favor y las cosas especiales que Dios iba a hacer con él. Sin embargo, en su inexperiencia, compartió sus sueños alegremente con los demás, sin pararse a pensar. Eso hizo que sus hermanos malinterpretasen sus intenciones, y a que tuviesen aun más celos y envidia de él. 

Jesús dice en los Evangelios: “No deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas delante de los cerdos, no sea que las pisoteen, y se vuelvan y os despedacen” (Mateo 7:6). 

A lo largo de mi vida, he descubierto la importancia de compartir las cosas más profundas y especiales de mi corazón solo con las personas adecuadas. Aquellas veces en las que he compartido algo precioso para mí con personas que no tenían la misma visión o que no estaban abiertas para escuchar y tratar de entenderme, al final siempre he salido lastimado. 

Desánimo, comentarios sarcásticos, negatividad… son el resultado de esos encuentros. Se cumplen las palabras de esta parábola: no solo esas personas no valoran los tesoros que estamos compartiendo con ellos, sino que los pisotean y, de propina, además, arremeten contra nosotros. 

Sin embargo, ¡qué precioso es compartir nuestro corazón con las personas correctas! Ese tipo de encuentros siempre me edifican, me fortalecen, y me ayudan a crecer, gracias a los sabios consejos que suelen acompañarles. 

Mi querido/a amigo/a, ¡tus sueños son muy valiosos! Son un regalo de Dios mismo para tu vida, y es algo que debes proteger como un tesoro. Pídele al Señor sabiduría para saber con qué personas debes compartirlos, y cuáles son los pasos que tienes que dar para que se hagan realidad, según Su perfecta voluntad.